Termina un fin de semana más y nuevamente emprendo un viaje de 45 minutos a mi lugar de trabajo para muchos la trayectoria se vuelve tediosa para otros provechosa, en mi caso es la segunda opción: Ya que puedo hacer un sinfín de cosas desde escuchar música, leer un libro, mirar el paisaje relacionarme con otras personas en fin. 

Para muchos mis 45 minutos son dos, ocho y hasta 14 horas a más; el despegarse del calor del hogar se hace difícil ya que solo pasamos con los que más queremos algunos momentos y a pesar de eso los extrañamos igual.

Pero después de esa maravillosa estadía nos toca tener una cita con nosotros mismos al subir a nuestro medio de transporte es el mejor momento para reflexionar sobre nosotros, sobre nuestro actuar en casa, en el centro de estudios o en el trabajo, replantear nuestros propósitos y enriquecer nuestro desarrollo personal desde ver si hay que plantear un cambio de imagen o un cambio de actitudes, esos minutos de tu cita contigo mismo deben ser los más provechosos.

Para mí en particular es un momento de relajación pues la vista de un hermoso cielo acompañada de una buena canción me inspira una absoluta paz, sé que muchos discreparan conmigo; en muchas ocasiones no se puede disfrutar de este momento por las distracciones que ocasionan los pasajeros que suben en la ruta, los niños y vendedores.

Pero ¿por qué no aprovecharlo?, de todos ellos aprendemos mucho pues cada uno tiene una historia, una vivencia algo que contar o transmitir sus propios gestos son un aprendizaje y una reflexión de nosotros mismos.

Desde que el hombre tiene razón se ha visto en la necesidad de viajar para buscar su propia espiritualidad así que no dejemos que se pierda esa esencia para retomar energías.

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